No hay lobos vegetarianos

Autor:
Antonio Aramayona – ATTAC Aragón

Hace poco más de un año, medio mundo estaba conmocionado con las revelaciones de Wikileaks. Nos enterábamos aquellos días, entre otras muchas cosas, del asesinato de un reportero de Reuters en 2007, de la podredumbre escondida debajo de alfombras apolilladas de las guerras en Afganistán e Irak o de la vacuidad política y moral de numerosos diplomáticos de todo el mundo, pertenecientes principalmente al Departamento de Estado norteamericano.

Aquellos días, el editor y portavoz de Wikileaks, Julian Paul Assange, había manifestado que, además de los 77.000 documentos sobre la guerra de Afganistán y los casi 400.000 archivos sobre la guerra de Irak, había otros tantos documentos relacionados con el mundo de los negocios financieros en Estados Unidos y en el mundo. Y entonces se dispararon las verdaderas alarmas del poder, pues una cosa es dejar en ridículos paños menores a la clase política y militar, y otra muy distinta osar poner al descubierto las profundas cavernas de las finanzas.

Y entonces los financieros afilaron sus garras, proclamaron que con las filtraciones de Wikileaks se estaba minando las bases mismas del sistema democrático occidental y sacaron a su gendarmería política y mediática. Mataron así al mensajero y persiguieron a los informantes: tras el bombardeo de censuras, bloqueos y amenazas por parte de toda suerte de grupos de presión al servicio del poder omnímodo, Assange, acusado en Suecia de los delitos de violación, abusos sexuales y coacción, fue detenido por la policía británica después de presentarse en una comisaría por su propia voluntad, la política siguió yendo por los mismos derroteros y el mundo financiero ha estado obrando a su antojo, sin ningún miramiento, hasta conducir al mundo entero al quebranto económico.

Ernesto Sábato escribe en su libro “Antes del fin” que las presuntas bondades del neoliberalismo y de la libertad de mercado se le antojan una falacia, pues el mundo le parece poblado de lobos y de corderos, y mientras hay corderos que proponen a los lobos que se hagan vegetarianos, la idea neoliberal de libertad tiene como axioma fundamental: “libertad para todos, y que los lobos se coman a los corderos”. Y es que un lobo suele acercarse a lo vegetal solo para condimentar con las especias adecuadas un suculento plato de cordero. No es otra cosa lo que ha ocurrido con Wikileaks y lo que ocurre hoy en el mundo.

Bajo la tramposa denominación de “clasificados”, miles de datos son hurtados cada día a la mirada y a la consideración de la ciudadanía (de donde únicamente procede el poder). En unos pocos meses, Wikileaks reveló más “secretos” políticos y militares que todos los medios de comunicación a lo largo de su historia. Eso no es casual, sino una manifestación más de la sujeción del mundo de la información a las redes del dinero y del poder. Como botones de muestra, en el transcurso de escasos meses Amazon dejó de albergar Wikileaks, China bloqueó los enlaces cibernéticos (Corea del Norte podía enterarse de sus conversaciones secretas con “el enemigo”), PayPal y Mastercard cortaron la posibilidad de operar con Wikileaks, Twitter canceló la cuenta de Anonymous, uno de los grupos de apoyo a WikiLeaks y Facebook hizo otro tanto con una página similar (Operation Payback).

En este mismo orden de cosas, la semana pasada nos enteramos de que el componente naval del escudo antimisiles de la OTAN tendrá su principal sede en la base gaditana de Rota. De momento, cuatro buques superespecializados y 1.100 soldados norteamericanos serán los encargados de “defender a Occidente de los misiles de Irán y Corea del Norte”, lo cual es un atentado contra el sentido común mismo, pero el poderoso necesita siempre de supuestos enemigos, feroces y desalmados, para justificar ante determinada opinión pública incauta el descomunal negocio de la fabricación y el comercio de armas. Pues bien, al presidente Rodríguez Zapatero solo se le ocurre decir que el mantenimiento de la base naval antimisiles tendrá efectos muy beneficiosos, pues generará 300 puestos de trabajo directos y hasta 1.000 indirectos en la Bahía de Cádiz.

Por si fuera poco, el actual jefe del Pentágono, Leon Panetta, comunicaba recientemente a sus aliados atlantistas europeos, España incluida, que el presupuesto de defensa estadounidense no da para más y que son ahora los europeos los que deben reforzar sus presupuestos, gastos y compras militares e invertir más en defensa. El año pasado el presidente de EEUU, Barack Obama, pidió la aprobación en el Congreso de un presupuesto de defensa por valor de 708.000 millones de dólares. Repásese la lista de los países más exportadores de armamento (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido, China…) y coincidirá, en buena parte, con los países más desarrollados. Hágase lo mismo con los países más importadores de armas (India, Singapur, Malasia, Grecia, Corea del Sur, Pakistán…) y se pondrá de manifiesto el nauseabundo negocio del comercio de armas en el mundo.

Los recortes no deben tocar la sanidad, la educación y los servicios sociales, sino los gastos militares y armamentísticos (tan inútiles, tan baldíos), los 10.000 millones de euros que el Estado español regala anualmente a la Iglesia Católica, los coches oficiales (los taxis también existen), y un largo etcétera más.

Antonio Aramayona es profesor de Filosofía

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